miércoles, 10 de junio de 2009

FAWKES



Las cosas suelen tener la manía de ocurrir cuando no las esperas.
Ayer fue un día feliz para mí. Me levanté positiva y seguí así hasta la noche. En mi camino fueron ocurriendo pequeños milagros que me ayudaron a ello.
Cuando más sola me creía tuve la agradable sorpresa de ser felicitada por más amigos que ningún año, unos nuevos, otros reaparecidos, muchos en la distancia... Algunas felicitaciones no llegaron, pero no cogí esa excusa para bajarme de mi bienestar. Sé que varios de ellos me recuerdan aunque no miren el calendario (¿verdad J.C.?)
Y tuve, cuando ya no lo esperaba, el mejor de todos los regalos que recuerdo. Fue un gesto simple: mi niña se vino hacia mí corriendo y sin pensarlo ni ella ni yo saltó a mis brazos... y yo la cogí. En pocos segundos nos quedamos mirando, su cara a la altura de la mía, y me dijo emocionada "mami....¡¡me estás cogiendo otra vez!!"

Habíamos dado por supuesto que eso ya no volvería a ocurrir... a las dos se nos nubló la vista, ... y yo agradecí a quién corresponda ese momento de intensa felicidad en el que volví a considerar liviano el peso de mi niña... y mi aliento me acompañó, y casi pude sentir la promesa de que estaba ahí para quedarse conmigo.
A veces he llegado a olvidar que la vida siempre te tiene reservada una sorpresa, pido perdón por ello.

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